Los masai se agrupan para danzar, distribuyéndose en círculo, comienza a moverse candenciosamente. Al intensificarse el ritmo, los pesados collares de cuentas de las muchachas golpean sus hombros al compás de la danza. Entonces uno a uno, los guerreros masai se sitúan en el centro y dan unos espectaculares saltos verticales, los cuerpos rígidamente rectos, las manos pegadas a los costados, las rodillas juntas, y un puñado de hierba fresca apretada bajo las axilas. Pueden seguir bailando hasta que todos se hallan exhaustos.
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